7º día novena a la Inmaculada (Irán)
La Constitución promulgada tras la revolución islámica de 1979 afirma que “la religión oficial de
Irán es el islam y la tradición que se sigue es la del chiismo yafarí”. El Estado está subordinado a
la autoridad de los clérigos chiíes, que legislan a través del rahbar, el líder religioso nombrado a
perpetuidad por la Asamblea de Expertos (86 teólogos elegidos por el pueblo para un mandato de
ocho años). El rahbar o gran ayatolá es el presidente del Consejo de Guardianes de la
Constitución, que consta de 12 miembros (seis nombrados por él y otros 6 por la autoridad
judicial). Este consejo ejerce el control sobre todas las leyes y órganos de gobierno del Estado,
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incluyendo el presidente de la república, que es elegido por sufragio directo por un período de
cuatro años y sólo puede ser reelegido en una ocasión. Desde la muerte del Ruholá Jomeini,
fundador e inspirador de la revolución iraní, el guía supremo ha sido el ayatolá Alí Jamenei. La
subordinación de las instituciones del Estado a las autoridades religiosas hace que Irán sea un
estado teocrático, basado en el Islam, en el que se aceptan otras comunidades como dhimmíes o
minorías subordinadas bajo la protección de la umma islámica, y sin los mismos derechos que los
musulmanes. La primacía del islam afecta a todos los ámbitos de la sociedad. Quienes tienen
tiendas de comestibles y no son musulmanes deben indicar su afiliación religiosa en la fachada de
su tienda1; todos los individuos, independientemente de su religión, deben observar las normas
islámicas en cuanto a su forma de vestir y a la separación de hombres y mujeres en público. Los
seguidores de religiones, que no sean el islam chií, no pueden acceder a muchos cargos públicos,
como por ejemplo al de ministro del Gobierno. El artículo 144 establece que “el ejército de la
República Islámica de Irán debe ser un ejército islámico... unido a una ideología islámica”, por lo
que quienes están reclutados en él deben ser “personas con fe en los objetivos de la revolución
islámica”. El documento mantiene un “total respeto por el resto de las confesiones musulmanas” y
reconoce a zoroastras, cristianos y judíos como religiones preislámicas del país y las únicas
“minorías religiosas protegidas”. Las religiones no protegidas por la Constitución no gozan de libertad de culto. Un ejemplo es la bahaí que, aunque representa el 0,5 % de la población, carece
de derechos legales, como individuos y como comunidad. El Ministerio de Inteligencia y Seguridad
supervisa cualquier actividad religiosa2.
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Los miembros de las religiones minoritarias no tienen obligación de registrarse, pero el Gobierno
controla todas las actividades de las comunidades, organizaciones, escuelas y cualquier otro tipo
de organización cultural o religiosa, que no esté dentro del ámbito del islam chií.
La naturaleza confesional de la República Islámica de Irán y el poder de sus organismos de
seguridad interna, los religiosas chiíes, con graves consecuencias no solo para las minorías religiosas, sino para
cualquiera que se oponga o critique las políticas restrictivas impuestas por el Gobierno y el líder
supremo. Informes publicados en 2012 por Naciones Unidas, el Ministerio de Relaciones
Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones (Foreign Office) del Reino Unido y por la Campaña
Internacional por los Derechos Humanos en Irán (ICHR) hablan de violaciones sistemáticas de los
derechos humanos y de la libertad religiosa, tanto de las minorías étnicas, como de las religiosas y
de los disidentes políticos. Según el informe de la relatora especial de Naciones Unidas,
publicado en abril de 2013, en el país se producen continuos casos de detenciones arbitrarias -
más de 300 cristianos han sido arrestados y condenados desde 2010 – de detenciones de
activistas políticos y miembros de religiones que no son el Islam, condenados sin juicio, y
torturados.
La victoria del ayatolá Hassan Ruhani en las elecciones presidenciales del 14 de junio de 2013 ha
dado un giro reformista a las relaciones entre Irán y sus interlocutores, en concreto Estados
Unidos, y ha traído una nueva esperanza a la libertad religiosa y de pensamiento en el país. El 27
de septiembre de 2013, el nuevo jefe de Estado iraní mantuvo una conversación telefónica con el
presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, que dio por terminada la congelación de las
relaciones que se remontaba a 1979. El momento culminante de este movimiento de aproximación
entre Irán, Estados Unidos y los países occidentales tuvo lugar el 24 de noviembre de 2013 en
Ginebra con la firma de un acuerdo entre Teherán y el Consejo de Seguridad de la ONU más
Alemania (5+1) sobre el polémico programa nuclear iraní5. A finales de septiembre de 2013, el
presidente Ruhani incluso se abrió una cuenta personal de Twitter (que está prohibido en Irán),
prometiendo reducir la censura sobre los medios de comunicación e internet. Soltó a 11 presos
pasdaran y los bajii, hacen que el país dependa de las autoridades políticos y, antes de salir hacia la Asamblea General de la ONU, anunció que en el futuro habría
vuelos directos entre Teherán y Nueva York a fin de permitir que los más de 400 000 emigrantes
iraníes que viven en Estados Unidos tengan mejor contacto con su madre patria. Están
empezando a observarse “pequeñas aperturas” respecto a la libertad de prensa. Tras la elección
del presidente reformista, los medios de comunicación iraníes, que durante más de una década
han sido víctimas de la censura ejercida por los servicios secretos iraníes, pudieron publicar
fotografías de disidentes políticos que habían sido arrestados, cubrir debates sobre las sanciones
de Estados Unidos y las responsabilidades de los políticos, e incluso tener relaciones con
periódicos extranjeros. Un ejemplo de estos cambios es la historia de Alí Aalaei, editor del diario
Iran Etemaad que, en octubre de 2013 pudo publicar la historia de Mohsen Safaei Farahani,
disidente arrestado en 2009 y condenado a seis años de prisión por haber discutido la victoria
electoral de Ahmadineyad.
En Irán, uno de los principales obstáculos para la libertad religiosa es el delito de “apostasía”. La
conversión desde el islam a cualquier otra religión no está explícitamente prohibida en la
Constitución, pero se sigue considerando como un delito debido a la poderosa tradición islámica
del país y a que el orden legal se basa en la ley islámica. Cualquier otro caso no mencionado
explícitamente en la Constitución, los jueces tienen la opción, según el artículo 167, de remitirse a
las leyes coránicas. La condena en casos de apostasía, que puede ser la pena de muerte, está
incluida en este tecnicismo legal.
La mayoría de los cristianos de Irán pertenecen a confesiones protestantes. La Iglesia católica
está presente en Irán con 6 diócesis: Awhaz (caldea), Ispahán (armenia), Ispahán (latina), Salmas,
Teherán, Urmyá (todas caldeas). El número total de católicos fieles no supera los 20 000. El
informe de la Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Irán, citado más arriba, califica la
discriminación contra las minorías religiosas (en concreto contra los cristianos protestantes y los
bahaíes) de “sistemática”. Desde 2010, al menos 300 cristianos han sufrido arrestos y
detenciones. En febrero de 2012, las autoridades iraníes llevaron a cabo arrestos sistemáticos
con el fin de que se cumpla la ley de 2010, que obliga al cierre de las iglesias cristianas que
celebren los servicios religiosos en el idioma nacional, el farsi, con lo que pretenden acabar con
las conversiones al cristianismo.
Desde la revolución islámica de 1979, los bahaíes de Irán han sido perseguidos sistemáticamente
por el Gobierno, que ve esta secta como una desviación “herética” del islam chií y como una
amenaza social y política. Durante la primera década de esta persecución, más de 200 bahaíes
fueron asesinados o ejecutados, mientras cientos de ellos fueron torturados o encarcelados.
Además, decenas de miles perdieron sus trabajos, su acceso a la educación y otros derechos
civiles. La Comunidad Internacional Bahaí, en el informe Violence with impunity, acts of
aggression against Iran’s Baha’i community (Violencia impune, agresiones contra la comunidad
bahaí de Irán), publicado en marzo de 2013, documentó al menos 52 casos de detención y tortura
de sus miembros desde el año 2005 a finales de 2012. El documento también cita otras 52
agresiones, muchas de ellos de la propia policía y de funcionarios del Estado, 49 incendios
provocados de casas y negocios, más de 30 actos vandálicos y 42 casos de profanación de
cementerios y lugares sagrados de la comunidad.
La situación no mejoró tampoco en 2013. El 13 de octubre de 2013 en Abadeh, fuerzas de
seguridad obligaron a la comunidad bahaí a abandonar la ciudad, amenazándoles que si se
negaban a obedecer, todos los habitantes se lanzarían sobre ellos. Actualmente, 115 fieles
bahaíes siguen detenidos en prisiones iraníes. Este número incluye a los siete líderes de la
comunidad, que fueron arrestados en 2008 y condenados a 20 años de prisión por “haber puesto
en peligro la seguridad nacional” y por hacer propaganda contra el régimen.
Alrededor del 9 % de la población de Irán es musulmana suní. La mayor parte de ellos vive en el
Kurdistán, al oeste de Azerbaiyán, Golestán, Sistán y Baluchistán, y en Jurasán Norte y Sur.
Pertenecen a minorías étnicas de turcomanos, árabes, baluchis y kurdos. Estos grupos están concentrados generalmente en las regiones del suroeste, sureste y noreste del país. Las
autoridades religiosas de Irán consideran a los suníes como “hermanos”, pero con una fe
incompleta, y lógicamente imponen severas restricciones a dichas comunidades, que van desde la
construcción de sus mezquitas a la educación de sus hijos. La propia minoría hace que aumente
el clima de desconfianza al distorsionar en beneficio propio las cifras de crecimiento de su
población que les lleva a pensar, siguiendo una opinión propia muy extendida entre los suníes,
que hacia 2030 ellos constituirán la mayoría de la población. En las regiones fronterizas,
especialmente cerca de Afganistán e Iraq, la presencia de movimientos islamistas extremistas es
muy fuerte, especialmente la de salafíes, que a menudo lideran las revueltas contra el Gobierno
central. Las revueltas más graves tuvieron lugar en Sistán y Baluchistán en octubre de 2013,
cuando grupos secesionistas mataron a 14 guardias fronterizos. El Gobierno de Irán respondió
ahorcando a 16 rebeldes.
En conclusión, la elección del presidente reformista Hasan Ruhani ha aumentado la posibilidad de
un aumento de la libertad religiosa. Sin embargo, de momento, cualquiera de estos cambios tiene
que notarse y se refieren únicamente a las afirmaciones realizadas durante un discurso dirigido a
la Asamblea General de la ONU en Nueva York el 25 de septiembre de 2013. Antes de salir hacia
Estados Unidos, Rouhani liberó 11 presos políticos.
Irán tiene un compromiso constitucional con la libertad religiosa. En el país libertad religiosa se
interpreta, sobre todo, como libertad de culto, garantizada sólo para zoroastras, cristianos y judíos,
que se consideran las religiones tradicionales existentes antes de la llegada del islam. No existe la
libertad de expresar la propia fe en público. Respecto al número de cristianos perseguidos por su
fe, los únicos datos fiables son los de los cristianos protestantes y los bahaíes. En el caso de los
cristianos, según los últimos informes, 42 están en prisión y otros 45 están a la espera de
sentencia. Respecto a los bahaíes, las estimaciones no están confirmadas, pero se dice que al
menos 52 personas fueron a la cárcel entre 2005 y 2012. La información más reciente confirma un
total de 115 bahaíes encarcelados.
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