5º día de novena a la Inmaculada (Afganistán)
Afganistán es una república islámica que limita con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán por el
norte, China por el noreste, Pakistán por el este y el sur e Irán por el oeste. El país es un
conglomerado de distintos grupos étnicos enfrentados entre sí durante décadas1 antes de unirse,
finalmente, en un solo país a la caída del régimen talibán en 2001. Los grupos étnicos más
importantes son los pastunes (42 %), los tayikos (27 %), los hazaras (9 %), los uzbekos (9 %) y
los turkmenos (3 %). Aproximadamente el 99 % de la población es musulmana, mayoritariamente
suní (80 %), en la que los chiíes representan el 19 % y pertenecen fundamentalmente a los grupos étnicos hazara y tayik.
La Constitución de 2004 se promulgó tras la caída del régimen talibán (1997-2001) y declara que
el país es una república presidencialista islámica. El carácter religioso del Estado es uno de los
elementos claves de la nueva Constitución, aunque está mitigada por una combinación de
medidas, fruto de un intenso debate, diseñadas para prevenir la posibilidad de que el país caiga
en una interpretación fundamentalista de la sharía. La sharía sigue siendo una de las principales
fuentes de la ley dentro de la sociedad, en particular en las áreas rurales. El artículo 2 de la
Constitución afirma que “El islam es la religión oficial del Estado”, sin embargo, el segundo párrafo
del mismo artículo proclama la libertad religiosa. El artículo 3 estipula “la conformidad de las leyes”
con los principios y normas de la religión islámica; por lo tanto convierte a la sharía, aunque sin nombrarla, en la primera fuente de la ley.
Así, en la práctica, en nombre del respeto a la ley islámica en el país, es imposible convertirse a
otra religión, profesar libremente una fe distinta, mostrar símbolos religiosos o dedicarse a la tarea
de misión. Además de las restricciones impuestas por el Estado y por esta sociedad fuertemente musulmana
por tradición, hay un clima de desconfianza hacia los cristianos. La razón principal para ello son
los 10 años de control militar de las fuerzas internacionales. Esta década de guerra contra los
talibanes ha obligado a 2,7 millones de personas a vivir en el exilio en los países vecinos.
Buscaron refugio sobre todo en Pakistán e Irán. En 2012 – por 32o año consecutivo – Afganistán
ocupó el primer lugar en la lista anual del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR). Aparte del radicalismo de los talibanes, que se ha incrementado en los
últimos años con continuos ataques y atrocidades, sobre todo contra civiles, un factor que en
ciertos casos ha fomentado el odio hacia los cristianos y otras religiones consideradas como
extranjeras ha sido la presencia continuada de las fuerzas militares internacionales. Un ejemplo de
esto fue la quema que soldados estadounidenses hicieron de ejemplares del Corán en la base
militar de Estados Unidos en Bagram, en el norte del país, el 20 de febrero de 2012. El incidente
provocó protestas violentas por todo Afganistán, costó docenas de vidas y causó la convocatoria
de grandes manifestaciones en las que los manifestantes quemaron cruces y otros símbolos
religiosos, así como grandes fotografías del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
El Gobierno afgano ha declarado la primacía del islam respecto a otras religiones. En un discurso
pronunciado en el Parlamento en septiembre de 2013, el diputado Nazir Ahmad Hanafi prestó su
voz a los rumores de que musulmanes afganos se estaban convirtiendo al cristianismo en la India.
“El pueblo afgano”, afirmó “continua convirtiéndose al cristianismo en la India. Esto es una
violación de la ley islámica y, de acuerdo con el Corán, deben ser asesinados”. El presidente del
Parlamento afgano, Abdul, Rauf Ibrahimi, también condenó las presuntas conversiones, pidiendo
al Comité de Seguridad Nacional “un estudio profundo del caso”.
No hay datos fiables sobre el número exacto de no musulmanes en Afganistán. Algunas
organizaciones protestantes estiman que hay alrededor de 5000 cristianos afganos – en otras
palabras, conversos del Islam –, pero este extremo nunca ha sido confirmado.
La Iglesia católica está presente en Afganistán en la forma de la misión sui iuris, bajo la dirección
de un sacerdote italiano barnabita, el P. Giuseppe Moretti. En total, el número de sacerdotes y de
religiosos, hombres y mujeres, que trabajan en Afganistán asciende a 15. La congregación
religiosa mejor establecida en el país son las Hermanitas de Jesús. Estas religiosas (cuatro en
total) son respetadas incluso por los talibanes y llevan 50 años trabajando en Kabul. La caída del
régimen talibán hizo posible que en 2006 llegaran al país las hermanas de la Madre Teresa para
trabajar con los enfermos y los pobres. Otro grupo respetado y reconocido por la gente es la
organización de beneficencia italiana Asociación Pro Niños de Kabul (Associazione pro-bambini di
Kabul) que trabaja con orfanatos y niños discapacitados.
Estudiando el problema de la libertad religiosa en su conjunto en el país, la Constitución está
basada en la sharía, lo que hace casi imposible que la situación mejore. El continuo clima de
inseguridad ha dado gran poder a los talibanes y sus seguidores, no sólo en las áreas rurales sino
también en la capital, Kabul. La intolerancia hacia otras religiones y hacia las costumbres distintas
del Islam se ha reforzado tras las declaraciones de algunos parlamentarios contra las
conversiones al cristianismo, y se ha demostrado con los casos recurrentes de justicia sumaria,
por ejemplo, los casos de adulterio penados con la lapidación.
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