El arciprestazgo Sur visita el Santuario de Fátima en el Couto.
Empezamos el mes de mayo,
mes de María y casi se puede decir que para los católicos hay una cita
obligada, la de visitar el Santuario de Fátima en el Couto.
El sábado por la tarde noche,
nos tocaba a los que formamos el Arciprestazgo Sur de nuestra diócesis visitar
con las demás parroquias que pertenecen a nuestro mismo arciprestazgo que son:
Seixalvo, Sta Lucía de Rairo, San Pío X , San Cibrao das Viñas, la Santísima Trinidad, Santa Eufemia ,... y nosotros.
Fuimos a rezar a la casa de nuestra Madre,
en este caso bajo la advocación de Fátima. Fuimos unos
cuantos de nuestra parroquia a hacer acto de presencia ante la Madre. Allí nos
encontramos con otras personas de las distintas parroquias que están
colaborando en sus comunidades de distinta manera en grupos de Oración, en
Conferencias de San Vicente, como catequistas, en los grupos sinodales…. Me
gustó ver a gente de otras parroquias que colaboran con ellas igual que
nosotros. Como lo dije en el encuentro de confirmandos y de niños… ver que no
estamos solos que hay otra gente como nosotros que hace lo que puede y colabora
en lo que puede.
Nos reunimos a celebrar la
eucaristía presidida por el arcipreste y concelebrada por los sacerdotes de
esas parroquias. En estos momentos en que a los Laicos se nos dice por activa y
por pasiva que tenemos que tener más responsabilidad en la Iglesia a mi me gustó ver a nuestro párroco con los
otros curas concelebrando… y apoyando
con su presencia nuestra visita.
Cada parroquia participó en la Eucaristía y
novena, a la Inmaculada nos tocó la lectura y peticiones.
En la novena se echó de menos
una oración que siempre se rezaba antes y que ahora decidieron eliminar, no sé
la razón porque siempre me pareció una oración sencilla y bonita.
Os la pongo por si alguien la
quiere rezar y le puede ayudar.
Oración del peregrino:
Madre
mía, ya no soy peregrino, porque he llegado a tu hogar, que es mi hogar, era
mucho lo que pensaba pedirte, y muchas las amarguras que necesitaba dejar ante
tu altar.
Más al verme bajo el imán de tu mirada, su luz
ha hecho que me olvide de lo que dejo atrás y lo que me espera al volver.
Tan
sólo te pido que mi vida sea una vida nueva:
de
penitencia, de sacrificio , de oración, de amor a mis hermanos.
Todo
lo demás, mis penas y alegrías, las mías y las que no lo son, mis fracasos y
mis ilusiones quedan
encomendados a tu corazón.
AMEN
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