3º día de la Novena a la Inmaculada (Iraq)


Desde 2005, Iraq está gobernado por una Constitución que proclama que el Islam es la “religión oficial” y que estipula que “no se puede aprobar ley alguna que vaya contra la ley islámica” (artículo 2.1a). La Constitución añade, que el Estado defenderá la libertad así como los derechos religiosos y garantiza los derechos administrativos, políticos, culturales y educativos de los diferentes grupos étnicos de Iraq. También afirma el derecho a la libertad de creencia y de práctica religiosa de todos, por ejemplo los cristianos, los yazidíes, y sabeos-mandeos (artículos 2.1b y 2.2). La Constitución reconoce dos idiomas oficiales: el árabe y el kurdo, y proclama “el derecho de los iraquíes a enseñar a sus hijos en su lengua materna, como el turcomano, siriaco y armenio, en los centros educativos públicos” (artículo 4). El uso de estos idiomas está igualmente autorizado en las oficinas administrativas locales. 
Iraq tiene alrededor de 32,6 millones de habitantes. La mayoría son árabes chiíes (60 %), mientras que el 38 % son musulmanes suníes, repartidos entre árabes y kurdos, y el 2 % restante está formado por cristianos y yazidíes. La población cristiana se ha reducido drásticamente y se estima que no quedan más que unos 350 000. 
La extremadamente escasa representación de los cristianos en el Parlamento federal que siguió a las elecciones de 2005 (sólo tres escaños de 275) significa que no tienen la menor posibilidad de influir con su voto a la hora de redactar las leyes. Más aún, como la afiliación religiosa sigue siendo un elemento del estado civil y aparece públicamente en el documento de identidad de cada ciudadano, los cristianos son fácilmente identificables, por lo que son víctimas de un trato enormemente injusto y desigual. Los hijos siguen automáticamente la religión de su padre. Pero si un padre se convierte del Islam al cristianismo, los hijos seguirán siendo considerados musulmanes. 
El jefe de la comunidad cristiana más amplia de Iraq, la caldea (católica), el patriarca de Bagdad, Louis Raphael I Sako declaró: “El único criterio para la convivencia es la ciudadanía. Soy un ciudadano, independientemente de mi religión, sea cristiano o musulmán. Para lograr esto, hay que separar la religión de la política. Si los musulmanes aceptasen, por ejemplo, eliminar todas las referencias religiosas de la Constitución, de su política y de la regulación de las relaciones entre 
los ciudadanos, ya no habría problemas. De igual forma, no tendría que aparecer en el pasaporte “cristiano” o “musulmán”, porque esto genera problemas (...). También hay leyes que limitan el papel político y social de los cristianos”. 
Según Bashar Warda, arzobispo caldeo de Erbil en el Kurdistán iraquí, “la libertad religiosa está garantizada por la Constitución, pero la libertad de conciencia no está garantizada.... La ley islámica tiene en cuenta otras religiones, pero no existe el derecho a cambiar de religión, excepto en el caso de las conversiones al Islam. Pero los cristianos siguen sufriendo por ser cristianos, aunque la situación en el Kurdistán es claramente mejor, que en cualquier otra zona del país”. Un sacerdote de la zona confirma que “practicar nuestra fe cristiana hoy es, sin lugar a dudas, más difícil que hace 50 años”. 
El Gobierno autónomo del Kurdistán tiene que acatar la Constitución iraquí, pero su autonomía le concede cierto margen de maniobra. Es por esto que los cristianos están comparativamente bien representados en el Parlamento regional, con cinco escaños de 111 (mientras que suponen como mucho el 2 % o el 3 % de la población). El Gobierno del Kurdistán ha convertido esta región autónoma en un lugar de refugio para las minorías perseguidas, especialmente los cristianos, que, de hecho, forman parte o lo han hecho de ese Gobierno. Por ejemplo, Sarkis Agayan, ministro de Economía y Finanzas del primer Gobierno regional del Kurdistán, que fue elegido en 2006, es un cristiano asirio. Los yazidíes cuentan con dos ministros en el Gobierno autónomo. En Erbil hay incluso un barrio entero reservado para los cristianos. Este distrito, llamado Ankawa es autónomo; los no cristianos no pueden establecerse en él, salvo que sean nativos de la zona. El 11 de junio de 2012, el Gobierno regional del Kurdistán decretó la neutralidad religiosa de la escuela. Mientras las religiones más importantes ahora están en un plano de igualdad, la enseñanza estará controlada por exámenes, que serán necesarios para obtener un título. El conocimiento de los preceptos islámicos, que hasta ahora había sido esencial para obtener el título, ya no será necesario. 
Dicho esto, Kurdistán es una entidad política aún en construcción, en la que los partidos gobernantes, legitimados por décadas de “lucha por la libertad” se enfrentan a una oposición cada vez mayor, sobre todo por unos adversarios que defienden el Islam político. El aumento del poder de esta última fuerza, complica el escenario político kurdo y se traduce, en la práctica, en el desarrollo de una forma preocupante de intolerancia religiosa. 
El 11 de junio de 2014, el Estado Islámico de Iraq y el Levante (ISIL, por sus siglas en inglés) capturó Mosul. A lo largo de los días siguientes, los militantes wahabíes tomaron ciudades y pueblos, avanzando por el sur hacia Bagdad en un intento de crear un califato, que se extienda desde Iraq hasta el norte de Siria, cuyo territorio se ha asegurado en los meses anteriores. De todos los grupos religiosos, incluyendo los musulmanes moderados, el ISIL representa la peor amenaza. Como comunidad mayoritaria en Iraq, los chiíes son los que más tienen que temer. El 15 de junio ISIL, reivindicaba la masacre de cientos de prisioneros, miembros chiíes de las fuerzas de seguridad iraquíes. Los líderes cristianos señalaron la amenaza que ISIL supone para sus comunidades. Amel Nona, arzobispo caldeo de Mosul, describe como, a medida que ISIL avanza, los últimos cristianos han ido huyendo de una ciudad en la que solo hace 11 años vivían 35 000 fieles. Saad Syrop, obispo auxiliar de Bagdad, el 18 de junio, manifestó a Ayuda a la Iglesia Necesitada que temía sobre todo una guerra de terribles consecuencias para la propia supervivencia del Cristianismo en Iraq. 
El número de cristianos de Iraq ha descendido drásticamente, especialmente tras la caída del presidente Saddam Huseín en 2003. Durante los años 90, vivían en Iraq alrededor de 1,2 millones de cristianos, pero muchos tuvieron que emigrar durante la pasada década, después de que sus comunidades fueran víctimas de una serie de atentados. Hacia la primavera de 2014, Louis Raphael I Sako, patriarca de los caldeos, la mayor comunidad cristiana de Iraq, manifestaba que las cifras de la sangría de fieles suponen un auténtico “desastre” para la Iglesia. En una entrevista realizada el 25 de abril, afirmó: “La emigración diaria de cristianos de Iraq es terrorífica y terriblemente preocupante”. Y añadió: “La Iglesia se enfrenta a un desastre y si la situación continúa de esta manera, el número de fieles dentro de 10 años no llegará más que a unos pocos miles”. El patriarca culpó del éxodo a la seguridad cada vez menor y al extremismo religioso y mencionó las amenazas de muerte contra los cristianos y la apropiación forzosa de sus propiedades. 
En el período de dos años que se inició a mediados de 2012, los cristianos siguieron sufriendo actos de violencia e intimidación, pero los incidentes no fueron tan numerosos, ni normalmente, tan graves como en la insurrección que siguió a la caída de Saddam de 2006-2008. El 16 de septiembre de 2012, la catedral caldea de Kirkuk fue objeto de un atentado con bomba. La bomba explotó en el exterior de la puerta tras la misa de la tarde, causando daños materiales. El siguiente enero, se encontró el cadáver de un maestro caldeo católico de una escuela de Mosul, caldeo católico. Lo habían degollado. En la Nochebuena de ese año, 34 personas fueron asesinadas en una serie de atentados en los barrios cristianos de Bagdad. El 29 de enero de 2014, combatientes armados se dedicaron al saqueo en Bagdad y mataron a tres personas en el distrito mayoritariamente cristiano de Camp Sara. 
La violencia resultante de este enfrentamiento entre musulmanes chiíes y suníes ha colocado a los cristianos en una posición difícil. Mons. Pascal Gollnisch, director general de la organización francesa Oeuvre d’Orient, explicó: “Los cristianos están cercados por el fuego cruzado entre los dos grandes enemigos, los chiíes y los suníes. Los suníes estuvieron más protegidos en la época de Saddam Huseín, mientras se marginaba a los chiíes. Ahora estos han tomado el poder. Aparte de la presencia de grupos violentos, que son los autores de los atentados, a los cristianos los explotan grupos de ambos lados del espacio político y sectario. Además, hay muchos movimientos anticristianos”. 
Finalmente, la comunidad suní musulmana, minoritaria en Iraq, se queja de que la están expulsando desde la victoria de la mayoría chií, tras la derrota del régimen de Saddam Huseín. Gran parte del conflicto en Iraq es el resultado de un enfrentamiento muy profundo entre suníes y chiíes, en el que son frecuentes las explosiones de bombas y otros tipos de violencia. Como el presidente de Iraq, Yabal Talabani, kurdo suní, vive fuera del país por motivos de salud, el primer ministro, Nuri Al Maliki, tiene las manos libres para favorecer a la comunidad chií. Al Maliki, chií, ofrece a sus correligionarios altos cargos en el Gobierno y la economía. Se dice que esto ha llevado a una radicalización de los suníes, que se han vuelto hacia Al Qaida. Durante 2013, la violencia sectaria entre chiíes y suníes ha alcanzado los niveles más altos, provocando la muerte de 6650 personas entre las dos comunidades. 

Aunque la violencia dirigida específicamente contra los cristianos se ha reducido en los dos años últimos, comenzando a mediados de 2012, la situación respecto a la libertad religiosa ha empeorado notablemente en el período que se estudia por este informe. En el momento de redactarlo, la amenaza de ISIL era muy grave. La Constitución de 2005 no dejó claro el papel de la religión en la legislación y el Gobierno. Este es uno de los motivos, que han llevado a una lucha creciente, en la que los extremistas religiosos, sean chiíes o suníes, intentan ganar el control a costa del resto de los grupos religiosos. El éxodo de los cristianos, que no presenta signos de disminuir, supone un voto de desconfianza de los que tienen mucho que perder, si el país cambia de una democracia a algo similar a una teocracia. El aspecto es, por tanto, claramente débil, salvo que se realicen grandes cambios hacia la seguridad y la libertad, no sólo de los grupos religiosos poderosos sino también de los minoritarios. 

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